Así es queridos lectores he matado a mi mejor amigo y lo peor es que no es la primera vez que me sucede. Soy el único culpable por no cuidarlo como debería y tratarlo peor que a nadie en este mundo. Mi descuido y mi falta de interés causaron que mi querido iPod tuviera un destino trágico y desafortunado.
Como cada martes me toca echar todas mis garras (entiendase como ropa interior, pantalones, playeras, etc.) a la lavadora y entre estas prendas deje a mi malaventurado amigo dentro de una de las bolsas de mi chamarra. Y pues ya con todo y jabón dentro de la lavadora éste tuvo una muerte lenta y limpia.
Cuando me preparaba para salir y empecé a juntar mis cosas no encontré a "Greenache". Busqué y busqué por todos lados hasta que me pare en seco y un tremendo escalofrío bajo por mi espalda. Fue el momento en que me di cuenta de mi terrible descuido. Corrí a la lavadora pero era demasiado tarde. El pobre aparato estaba envuelto en espuma y su pantalla estaba empapadísima.
Grité, pataleé, me maldije a mi mismo pero nada se podía hacer, él ya había partido. Mi papá dijo que a lo mejor sí se secaba volvería a funcionar. Lo tomé como si "Greenache" estuviera en coma y que tal vez alguno de estos días despertaría como si nada hubiera pasado.
Después contaré de como mi primer iPod fue secuestrado y jamás regresado, ni en piececillas ni nada.