Hace unos días fui de visita al DF para poner en stand by mi vida como maestrante de tiempo completo, realmente me hacía falta ver a mi familia, amigos y al dueño de mis quincenas jajaa (como dice mi mamá). Afortunadamente pude partirme en dos y platicar un ratillo con cada uno de ellos.
Me la pase muy bien aunque estuve corre y corre entre tanta cita porque como muchos ya tienen sus ocupaciones laborales estuve recorriendo la ciudad de un lado a otro para verlos y charlar. En este "corre, ve y dile" me di cuenta que a pesar de tantas veces que me quejé del tránsito y la muchedumbre la extraño horrores.
Y no solamente a los extraños que pasan por la calle sino a alguien que hasta hace unos meses era mi mejor amigo.
Por mucho tiempo él y yo congeniabamos mejor que uña y mugre. Su amistad significaba mucho para mi ya que nunca había tenido un amigo con quien compartir todo lo que me sucedía, alguien con quien podía ser yo mismo sin temor a las represalias. Sabía que podía acudir con él a contarle de mis problemas vacuos hasta grandes pesares que me atormentaban.
Todo eso dio un giro de 360 grados al darnos cuenta que cambiaron nuestras formas de ser, nuestras prioridades, nuestro futuro. La manera en que afrontamos estos cambios no fue la adecuada hasta que hubo un momento en el que no pude más con las actitudes que se estaban presentando, así que mande una fuerte respuesta ante tales comportamientos.
Como soy un freak de las series de televisión no puedo evitar comparar nuestra situación con alguna que haya visto en alguno de los dramas adolescentes gringos. Y en efecto lo encontré: en "90210" Naomi Clarck es la mejor amiga de la actriz innata Adrianna Duncan. Naomi no aceptaba que su amiga tenía un problema fuerte con las drogas hasta que Adrianna tocó fondo.
Cuando la actriz fue a dar al rehab tan famoso, seguía sin aceptar su problema y fue cuando Nahomi cortó comunicación con ella. Nahomi no podía seguir viendo como su mejor amiga se destruía de esa forma con tantos excesos y tan poca consideración por su persona. Ella ya había hecho todo lo posible para que Adrianna reaccionara pero seguía en las mismas condiciones lo que le ocasionaba una gran frustración y sufrimiento ya que no sabía que más hacer. Más o menos esa es mi historia, nada más que aquí las drogas no son el problema.
La mayor parte del tiempo recuerdo mucho nuestras vivencias y conversaciones sobre todo cuando hay una escena graciosa pienso "él hubiera dicho algo como esto... o seguramente él habría hecho esto". Cuando estuve en la capital pensé en llamarle o visitarlo en su casa para resolver todo esto y acabar con el conflicto, pero fui desalentado ya que seguramente la reacción que yo esperaba no iba a presentarse, sino un encuentro incómodo de reclamos y ofensas.
Me gustaría que las cosas fueran como antes. Lo extraño mucho.